miércoles, 18 de octubre de 2023

"Durmiendo en Gaza", de Najwan Darwish.

Fado, dormiré como hace la gente

cuando caen las bombas

cuando el cielo se abre como carne viva,

soñaré como hace la gente

cuando caen las bombas:

soñaré con traiciones.

 

Despertaré a medio día y le preguntaré a la radio

las preguntas que la gente se hace

¿Ya terminó el bombardeo?

¿Cuántos fueron asesinados?

 

Pero mi tragedia, Fado,

es que haya dos tipos de personas:

aquellos que lanzan sufrimiento y pecado

a la calle para poder dormir

y aquellos que coleccionan el sufrimiento, los pecados de la gente,

los tornan cruces, los presumen

por las calles de Babilonia y de Gaza y de Beirut

mientras plañen

¿van a venir más?

¿van a venir más?

 

Hace dos años, al sur de Beirut,

camine por las calles

de Dahieh,

arrastrando una cruz

tan grande como los edificios destrozados.

Pero ¿quién levantaría una cruz

de la espalda de un hombre cansado hoy en Jerusalén?

 

La tierra es tres clavos

y por piedad un martillo

Detente, Señor.

Detén los aviones.

 

¿Van a venir más?

¿Van a venir más?

 

(Traducción de Alí Calderón)



https://circulodepoesia.com/2023/10/muestra-de-poesia-palestina/


"El marido verdugo", de Carolina Coronado.

 

¿Teméis de ésa que puebla las Montañas

turba de brutos fiera el desenfreno?...

¡más feroces dañinas alimañas

la madre sociedad nutre en su seno!

 

Bullen, de humanas formas revestidos,

torpes vivientes entre humanos seres,

que ceban el placer de sus sentidos

en el llanto infeliz de las mujeres.

 

No allá a las lides de su patria fueron

a exhalar de su ardor la inmensa llama;

nunca enemiga lanza acometieron,

que otra es la lid que su valor inflama.

 

Nunca el verdugo de inocente esposa

con noble lauro coronó su frente:

¡Ella os dirá temblando y congojosa

las gloriosas hazañas del valiente!

 

Ella os dirá que a veces siente el cuello

por sus manos de bronce atarazado,

y a veces el finísimo cabello

por las garras del héroe arrebatado.

 

Que a veces sobre el seno trasparente

cárdenas huellas de sus dedos halla;

que a veces brotan de su blanca frente

sangre las venas que su esposo estalla.

 

¡Y que ¡ay! del tierno corazón llagado

más sangre, más dolor la herida brota,

que el delicado seno macerado,

y que la vena de sus sienes rota!

 

Así hermosura y juventud al lado

pierde de su verdugo; así envejece:—

así lirio suave y delicado

junto al áspero cardo arraiga y crece.

 

Y así en humanas formas escondidos,

cual bajo el agua del arroyo el cieno,

torpes vivientes al amor uncidos

la madre sociedad nutre en su seno.


https://www.poeticous.com/carolina-coronado/el-marido-verdugo?locale=es